¿Por qué algunos insectos van hacia la luz?

Es bastante común encontrar a más de un insecto calcinado junto a las lámparas de la casa, un fenómeno bastante lamentable y que no es culpa de los propios insectos. Existen explicaciones científicas que hablan sobre el porqué de esto, algunas señalan que, en parte, es nuestra responsabilidad el que ocurra.

Existe un fenómeno llamado fototaxia, cualidad por la cual algunas células se dirigen hacia la luz. Su efecto contrario, huir de la luz, se conoce como fototaxia negativa o fotosock. Dichas células, cuentan con elementos celulares fotorreceptores capaces de detectar la luz denominados manchas oculares, y son consideradas como los ojos más simples encontradas en la naturaleza. Aunque no todas las especias de insectos tienen células de este tipo, es más común en las nocturnas y en las que vuelan. A pesar de no haber una teoría en concreto, se cree que la atracción natural de los insectos por la luz, es debido a que ésta les brinda cierta orientación, al regular su organización cotidiana.

Las polillas, por ejemplo, son positivamente fototácticas, aunque, de forma natural, la luz que las atrae es la de luna, que ciertas especies de este insecto utilizan como referencia para emigrar debido a que equilibran su trayectoria de vuelo de acuerdo con la rotación de la tierra: incluso algunas investigaciones dan cuenta de un sistema de brújula geomagnética interna, que contribuye a que las polillas vuelen en la dirección correcta. Sin embargo, (aquí está nuestra contribución a su deceso) la luz artificial que utilizamos para iluminar nuestro espacio las desorienta y las “re-dirige”, primero a un sobrevuelo a la luminaria en turno, y después a la muerte. ¿Pero que pasa con las polillas que no emigran, cuentan con el mismo sistema?, como mencionamos en un inicio, no hay aún una teoría sólida que explique la atracción que los insectos sienten por la luz.

Cabe mencionar que las polillas son atraídas principalmente por algunas longitudes de onda, como la ultravioleta. Así, una luz blanca las atrae más que una amarilla. Asimismo, la distancia de la luz ejerce una reacción peculiar en los insectos, ante la luz natural, y debido a su lejanía, llegan de forma equitativa a los ojos de éste, pero cuando la luz (como ocurre con la artificial) es más próximo a uno de los ojos, obliga a los insectos a mover con más frecuencia una de las alas, lo que explica su movimiento circular entorno a la luminaria.

Además, los ojos de la polilla son más sensibles ante una luz más brillante (artificial). Por ejemplo, cuando estamos en una habitación oscura y después nos exponemos a la luz, nuestros ojos tardan en adaptarse; las polillas tardan aún más, de hecho, quedan parcialmente ciegas por cierto tiempo, si consideramos que el motivo de esto es la proximidad que hay entre el insecto y la luminaria, lo más probable es que el desenlace sea la muerte de la polilla.

Otras posibles explicaciones son que las polillas, al querer esconderse de los depredadores, buscan una mejor visión del espacio en que vuelan acercándose de más a la luminaria; o que probablemente sea un caso de identidad equivocada, donde las polillas masculinas confunden el espectro de la luz con las feromonas producidas por las polillas femeninas. Ninguna es exacta, sin embargo, lo único claro es que la luz (la atracción de los insectos por ella) es un aspecto importante en la muerte de los insectos.